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Día 13 - miércoles 13/01/2010 - Cochamó-Puerto Varas

A las 6:00 en punto se levanta Cochelo y empieza a hacer ruido como si fueran las 6 de la tarde: pone la radio, silba, abre, cierra, golpea, arrastra, choca… A los 15 minutos se le une Horacio y se ponen a hablar y reír en voz alta tan campantes. Me cago en todo, principalmente porque el desayuno no es hasta las 8:30. Menos mal que me acosté pronto.
Durante el desayuno Lisa sigue cambiando de plan continuamente y Cochelo, Horacio y Tatiana empiezan a mosquearse. Al final la obligan a decidirse y dice que se queda hasta el día siguiente.
Ha dejado de llover y se ven mejor las paredes. Es acojonante la cantidad de paredones que hay, más los que no se ven pero se intuyen más atrás.
Antes de bajar rumbo a la civilización hago una ruta de 2 horas muy guapa hacia la ladera del cerro Trinidad para ver unas cascadas.

La vegetación hoy está seca y se agradece para no mojarse la parte de arriba del cuerpo, pero el barro sigue ahí. Menos mal que llevo qatyushkas.
Al pasar la tirolina veo de nuevo las huellas del mustélido que pillé ayer husmeando en un banco de arena del río.

¿Tayra (Eira barbara)? Ayer lo vi, pero no sé si se llama así
De camino me paré a mirar un macho de pájaro carpintero.

Campephilus magellanicus, un paisano
En los 10 minutos que lo tuve enfocado se le acercaron 3 hembras diferentes, pero él las ignoró a todas.

Para hacer un entarimado van al bosque y cogen los árboles que les hacen falta
Tardo más en bajar que en subir porque me tuve que chupar los 8 km de pista que había evitado cuando Kurt me acercó en coche hasta el inicio del sendero.

La dedalera (Digitalis purpurea) es la europea, aquí introducida
Calculé un poco mal y lleguo muy justo a Campo Aventura para recoger mis cosas, mientras me tomo una cerveza a toda velocidad, recojo la tienda de Lisa y voy rápidamente a la parada del bus para coger el último del día (17:00). Aunque llego un cuarto de hora antes, tras media hora no aparece ningún bus. Por suerte pasan unos australianos con coche que había conocido un rato antes y me llevan hasta Puerto Varas. Durante el trayecto adelantamos al autobús. El cabrón se había adelantado y ya podía yo haber esperado sentado.
Tenemos una vista del volcán Osorno cojonudas.

Lago Llanquihue y volcán Osorno
En Puerto Varas busco la manera de coger un bus para Santiago (13 horas, semi-cama, 14.000 $) y, como me sobra un poco de tiempo, me meto en un sitio con buena pinta a comer un churrasco (bocadillo de carne cortada muy fina) riquísimo y beber una Kunstmann. Mientras estoy en ello, aparece el ciclista suizo que conocí en Chaitén que estaba haciendo Chile de sur a norte. Se sienta conmigo y, entre otras cosas, me cuenta que hizo un año de algo parecido al Erasmus en Siberia para estudiar física atómica y que tuvo problemas con el FSB (antiguo KGB) porque había sido activista de Greenpeace. Toma ya. Tras el preceptivo intercambio de direcciones de correo, me voy al autobús. Es una pena que no quede sitio en el piso de cama, porque el viaje es de noche y, aparte, me apetecía probar.
Al otro lado del pasillo un tío que va leyendo la Biblia y que, en la conversación con su vecina menta al Señor cada dos frases, se pone a rezar en voz baja y a implorar perdón durante al menos media hora. Luego resultó que era la oración de antes de dormir. Por la mañana acabó mostrándome la Biblia diciéndome que era La Palabra y que ahí estaba toda la verdad y tal y cual. Estuve a punto de responderle: “Ah, no lo conocía, ¿es nuevo?, ¿quién es el autor?, ¿de qué va?”, pero al final me quedé sólo en el “Ah”.
En el bus nos deleitan con una sesión de vídeos ochenteros buenísima: Bon Jovi, Cindy Lauper, Eurythmics… Me pregunto si los chilenos conocerán todo esto, porque en los ochenta estaban en plena era Pinochet.

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