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Día 18 - lunes 18/01/2010 - Santiago-Madrid

Me levanto a las 8:30 y hago lo mismo que estos tres últimos días. Por cierto, estar alojado en el Eco Hostel estos días me ha salvado bastante de la depresión aeroportuaria. Es un sitio barato, céntrico, cómodo (con dos patios, silencioso, internet y cocina) y tanto los currantes (Thea, Óscar y Marcelo) como la gente que se aloja son, en general, majísimos. Casi todo el mundo que se aloja aquí, salvo excepciones, está encantado de hablar con el primero que pase. Te arropa bastante que al llegar cada día otra vez, la gente te pregunte o ponga cara de pena. Imprescindible hablar inglés porque la mayoría de guiris no tiene ni papa de español; algo que no entiendo bien porque no sé cómo se pueden arreglar en un país como Chile.

Pedro
Llego al aeropuerto a la hora acostumbrada (una hora y pico antes del despegue) y me sorprende que haya poca gente en la facturación de Iberia, aunque supongo que es que han empezado a facturar más temprano. Pregunto en el mostrador y me dicen que “casi” fijo que tengo sitio. ¡No me lo puedo creer! Por lo visto han caído 20 pasajeros de golpe ¡Yujuuu! Aun así espero a la tripulación y le pido al comandante un transportín y, oh sorpresa, va y me lo concede. Cojonudo, se terminó la pesadilla santiaguina.
La verdad es que estos últimos días no disfruté mucho de estar aquí. No es que lo pasara mal, pero entre que ya tenía la cabeza en Oviedo, el marrón de no llegar para currar, y que el horario del vuelo –las 14:00– hacía que se me partiera el día completamente, no podía hacer planes ni nada.
En el momento de embarcar me despido de una del personal de tierra con la que más hablé estos días y me pregunta si estuve en lo de Piñera. Resulta que me vio allí subido, estando ella en la parte del hotel.
Durante el despegue me cambio a una plaza libre con ventanilla para poder ver el paso de los Andes, pero está nubladísimo y no veo nada. Una pena.
En un momento del vuelo se me ocurre pedir una cerveza y me dicen que sólo me la dan si soy muy discreto, porque varios pasajeros han estado privando y por lo visto se mearon en la alfombra delante de sus asientos. Hasta les confiscaron unas litronas que habían subido al avión. Cuando voy al baño, me lo encuentro meado entero, no tan jevi como el de Trainspotting, pero sí como cualquier baño de bar de copas un sábado por la noche.

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