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Día 16 - sábado 16/01/2010 - ¡Sigo en Santiago!

Ni despedida de Chile ni ostias.
Me levanto otra vez con ruidos y me voy tranquilamente al aeropuerto, en metro hasta Pajaritos, que es la estación más alejada del centro y me ahorro media hora de bus por el centro. En la puerta de la estación de Pajaritos salen autobuses al aeropuerto más o menos cada 5 minutos; los precios oscilan entre los 1400 $ y los 1700 $, dependiendo de la compañía. Aunque los buses sean muy frecuentes, no hay que fiarse del todo, porque algunos se retrasan.
En el aeropuerto me acerco al mostrador para ir preparando el terreno y que me avisen cuando aparezca el comandante para solicitarle un transportín. Me cambio de ropa mientras tanto para ir de largo y limpín. Cuando aparece el comandante nos cuenta a los serviles frees que nos acercamos allí (parece una audiencia con el Papa, sólo nos falta un besamanos) que es imposible darnos un transportín porque un mecánico de vuelo que está enfermo y va con su hijo lleva varios días esperando y bla, bla, bla… muy amable (por lo visto no todos lo son) pero nada de nada. Mierrrrrrrrrda. Encima nos dicen que el vuelo de mañana va peor todavía, con 46 overbookings (de momento). Cagonrós.
Así que de vuelta al bus, al metro, al hostal y a la habitación. Espero que esto no sea un Día de la Marmota como mi no-viaje a NY.

Torre Entel, en la confluencia de O'Higgins (Alameda) con Amunátegui
Para mirar el lado positivo, mañana podré visitar un colegio electoral antes de ir al aeropuerto. Es la segunda vuelta (y definitiva) de las presidenciales. Supongo que Piñera va a arrasar. Me faltan referencias, pero no me cae nada bien. Frei tampoco me gusta mucho, pero como todos los políticos: mismos perros con distintos collares. La Bachelet me cae mejor, pero como en Chile sólo puedes ser presidente durante una legislatura y tienes que dejar pasar otra para volver a presentarte, esta vez no es candidata.
A media tarde pasa un chaval por el hostal anunciando que para la noche se organiza una barbacoa por 7000 $. Me apetece más ir al concierto del Festival de Teatro, como ayer, pero el cocinero me dice que a partir de las 20:00 no se sirven bebidas alcohólicas en los bares porque es la jornada de reflexión. Supongo que es para que la gente no vaya borracha a votar al día siguiente, o para evitar altercados, pero me parece una babayada porque los supermercados, como pude comprobar más tarde, están petados de gente llenando los carritos con alcoholes varios. De hecho, las neveras de la cerveza están prácticamente vacías.
Miré en Internet y hoy no hay conciertos en ningún sitio de Santiago. Me confirman que los bares cierran a partir de las 20:00, supongo que porque no le ven mucho sentido a servir sólo limonadas un sábado por la noche.
Así que me apunto a la barbacoa y salgo con el cocinero para ayudarle a hacer la compra. De camino al supermercado sale el tema de las elecciones. El tío es piñerista, pero es la primera vez que vota porque cuando cumplió 18 se alistó en el ejército y allí les “aconsejaban” no votar. Me dice una cosa que me deja helado: que Pinochet, al contrario de lo que dicen los comunistas que, por cierto, son el verdadero problema de este país, no mató a tanta gente. ¡¡¿A TANTA gente?!! Acojonante. ¿Dónde está el límite de gente que se puede matar para no ser demasiado malo? Es un tema delicado y decido no tirar del hilo, pero alucino bastante.
Como ya había gastado los últimos pesos, me veo obligado a sacar más dinero en un cajero, aunque no sé para cuántos días. En Chile los cajeros están en los supermercados, aceptan prácticamente todas las tarjetas y funcionan muy bien. El problema es que las comisiones por tener una cuenta extranjera son bastante altas (entre 2.500 $ y 4.500 $ fue lo que me encontré), pero hay unos que sólo tienen los logos de MasterCard, Maestro y Cirrus que, creo, no cobran comisión o, al menos, no te lo dicen como el resto.
En la barbacoa somos unos 15 guiris, entre americanos, australianos, alemanes, italianos y yo. Cuando le estaba explicando el tema de la sidra a los alemanes, el italiano me dice que él estuvo en un sitio en el norte de España donde también hacían eso de tirarla desde lo alto. Resulta que hace pesca submarina, y como en Asturias se hicieron varios campeonatos del mundo, es un destino conocido para la gente del rollo. También escala, así que a partir de ahí estuvimos hablando en italiano el resto de la cena, lo que me prestó bastante.
El pollo de la barbacoa le salió cojonudo al cocinero facha, pero el resto (vaca y gocho) sólo bueno.
Me acuesto a la 1:30 rezando el jesusitodemivida para tener sitio en el vuelo del día siguiente.

La alegoría de la espiral de Santiago de Chile

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