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Día 06 - miércoles 6/01/2010 - Pucón

Duermo fatal (tuve más sueños extraños, muchos) y tengo unas agujetas en las piernas brutales, aparte de la ostia en la cadera, pero también unas ganas locas de andar en bici, y más en una zona como esa.
La cita era a las 9:00, pero el resto de la gente del grupo se había liado la noche anterior en el propio Hostal La Bicicleta, y acabamos montando en la furgoneta a las 10:pico. En el grupo somos 8 (Suecia, Bélgica, Holanda, EE.UU. y Canadá). Cuando cuento que soy de Asturias, uno de los belgas responde “¡Angliru!” y me deja flipadísimo. Como buen belga resulta ser un fanático de la bici. Casi toda la gente del grupo lleva meses viajando por Sudamérica. ¡Qué envidia me dan! De la mala.
Los hijos de Jose pululan por ahí y son bastante graciosos: Amanda (6) y León (3). Una de las pocas frases que sabe decir el guaje es “¡a la calle no!”, que debe ser lo que más oye a lo largo del día, porque la verdad es que es un polvorilla.
Vamos en furgoneta hasta el inicio de la ruta, que es una pista malísima que se interna en un bosque acojonante, ascendiendo hacia el collado entre los volcanes. Como no me aguanto las ganas, le digo a Jose que me deje bajar para empezar ya a pedalear.

Promete
Al final se apuntan los belgas y los americanos y el resto sigue en la furgo hasta que la pista es intransitable incluso para 4x4.
La subida tiene algunas rampas bastante jevis. Entre que no es mi bici, que no llevo automáticos y que tengo las piernas cargadísimas (excusitas), no disfruto demasiado de la subida ni de la bajada, aunque ambas son buenísimas. Además, los bosques con mezcla de lengas y araucarias dan mucho ambiente.

Araucarias y lengas
Durante el tramo final de bajada, donde la pista ya era ancha y cómoda, en un cacho de bajada rápida algo le pasa a mi bici que se bloquea la rueda trasera y caigo, arrastrando durante 30-40 m mientras adelanto a la holandesa, que queda pálida y temblorosa. Yo, en cambio, a pesar de ser la ostia más gorda de mi vida como ciclista, sólo me hago una herida, bastante fea, en el brazo derecho.

Pupita
Inspeccionando la bici llego a la conclusión de que lo que pasó fue que se soltó la patilla del cambio, con las dos roldanas, y se metió ente los radios. Como no podía continuar montado con esa bici, paré un pick-up y monté con la bici en la caja.

El pelotón
Unos km más abajo nos encontramos con los americanos; Nick, el hijo, también se ha caído porque, aunque parezca una broma, se le cruzó un gocho. Tuvo peor suerte que yo, porque se le levantó un buen cacho de piel y se le veía de todo por ahí, aparte de dejar un buen rastro de sangre. Cambiamos sitio en el pick-up y yo cojo su bici.

Antiguos asentamientos madereros
Al llegar a Coñaripe yo me quedo en el ambulatorio para traducir si hace falta y el resto se van a ver el lago Pellaifa. Ante la insistencia del público congregado accedo a pedir que me limpien la herida.

"Herida por abración"
Aprovecho para ver cómo le cosen el brazo a Nick (10 puntos), previa separación del músculo para quitar todas las piedrecillas (escalofrío). Se quedan flipados con el precio de la curación (50 €), porque dicen que en casa les habría costado probablemente unos 2.000 US$, lo que me deja aun más flipado a mí. No me cobran nada.

La última colada de lava del Villarrica (1984)
Como a pesar de todas las movidas hubo muchas risas, muchas cervezas a lo largo del día y muy buen rollo en general, por la noche quedamos todos para cenar en una pizzería. La cena es muy amena y se bebe mucho vino. Después cada uno a su alojamiento sin ir a tomar la espuela, aunque yo creo que había ganas.
Mañana por la tarde marcho hacia Chiloé.

Los Albóndigas

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