RSS FEED

Día 09 - sábado 9/01/2010 - Chiloé

Antes de coger el bus me da tiempo a comprar una guía de pájaros de Chile (“Birds of Chile”, 32.000 $) que había localizado ayer en el escaparate de una librería. Es de unos canadienses, está en inglés y me parece un poco cara y, desde luego, no es como la Jonsson, pero es que en general los libros son carísimos aquí en Chile. No sé si será porque la mayoría son de importación. De hecho, todas las editoriales grandes españolas están aquí.
También de camino compro un queso muy poco curado con un olor bastante agrio en un puesto de la calle. Espero que no me dé una brucelosis.

También venden esto por la calle...
...que es esto
Aunque el bus tiene varios carteles indicando que no puede pasar de 50, el tío conduce a toda ostia, suscitando comentarios entre los viajeros, la mayoría de ellos gente de los pueblinos, aunque eso no hace que se lo tome con calma.
Hace un día horrible (frío, viento y lluvia) y empeora a medida que nos acercamos a la costa occidental de la isla. Las zonas de bosque valdiviano son muy lluviosas. Por lo que he leído, caen 3.500 mm de precipitación anual; en la mayor parte de Asturias caen sólo 1.000-1.200 mm y ya nos parece que llueve todo el tiempo. De todas formas, este verano debe ser especialmente lluvioso, porque toca El Niño.

Los pendientinos de la virgen son autóctonos
El Parque Nacional Chiloé (entrada 1.000 $) es guapísimo. En la entrada tienen un pequeño museo etnográfico en el que se ven varios aparatos para hacer chicha (aquí es de manzana), iguales que los que se usan aún hoy en Asturias para hacer sidra en casa.

¡Una mayadora!
El Parque es bastante grande, pero yo entro por la zona de Cucao, desde el sur. No alcanzo el bosque valdiviano, porque estoy en la zona baja y demasiado cerca del mar, pero me meto por los caminos hechos con madera que se internan en los tepuales, selvas cerradísimas con helechos, musgos y epífitas cubriéndolo todo, que crecen sobre suelos totalmente saturados de humedad. Son bosques bastante fantasmales y muy silenciosos. Muy guapos, pero sería imposible caminar sin estos senderos de madera elevados.

Cabañas para alquilar junto al lago
Tengo suerte y el día empieza a aclararse un poco hasta que finalmente sale el sol. Decido acercarme a ver el Océano Pacífico (¡por fin!), aunque está un poco lejos. Es un mar como otro cualquiera, pero me hace ilusión verlo y, si puedo, bañarme.

¡El Pacífico!
Al caminar por la arena, a medida que me acerco al agua mis pisadas hacen ruido como si estuviera pisando plástico de ese con burbujas. La orilla está llena de unas medusas pequeñas con una vejiga y tentáculos bastante largos.

Medusas pacíficas
Me veo obligado a desechar la idea de siquiera mojar los pies y me jode. Pero estoy totalmente solo en una playa kilométrica y hace un día estupendo. Cachislapenanegra.

Almejas machas chilenas
Entre otros bichos veo un buitre de cabeza roja. No me imaginaba que los hubiera en la costa. Además, no vuela como los buitres de Europa, sino más bien como un alimoche que, claro, no deja de ser un buitre.
La vuelta a Castro es más calmada que la ida. Y se hace más larga. Al llegar, y viendo que hace un día buenísimo, me siento en la plaza a ver qué hacen los chilotas un sábado por la tarde. Después me voy a comprar un billete para el ferry que cruza a Chaitén (18.500 $, 7 horas), en el Chile continental frente a Castro. No sólo no hay ferrys todos los días, sino que a veces la mar no deja zarpar. Mi intención es empezar a subir hacia Santiago poco a poco, pero por el lado de allá, siguiendo la Carretera Austral.
Me entran un poco de dudas sobre este itinerario porque las geólogas de ayer me dijeron que era mala carretera y con muy poco tráfico, pero que si hacía autostop, seguro que algún camión me llevaría. El problema sería el tiempo de que dispongo, porque si no tengo suerte, perdería demasiado. Le pregunto sobre esto al de la oficina de la Naviera Austral, pero no tiene ni idea. Decido comprar el billete y preguntar a toda persona con quien entable conversación. A lo largo de la tarde me encuentro con un montón de respuestas contradictorias. No sé, a ver qué pasa.
Sigo recorriendo el pueblo para ver todo lo que pueda y en la zona del puerto entro en un bar minúsculo en cuya puerta pone “Chicha en botella”.

Tuve que entrar
Me consta que la chicha de aquí es de manzana, así que tengo que probarla obligatoriamente. Todo lo que sea sidra me interesa. Sólo hay un grupo de 3 parroquianos y otro solo sentado en una mesa. Como no veo garzones (camareros) por ningún lado, pregunto al que está solo y me ofrece sentarme con él a tomar un vaso de su botella. Es de Santiago y lleva un tiempo viviendo aquí. Tiene los ojos brillantitos y bastantes ganas de hablar y pinta de ser uno de esos que varias horas más tarde está tirado en un parque (como llevo viendo desde que puse el pie en esta isla). Le doy conversación y cuando acabo el vaso sigo con el paseo hacia la zona de los palafitos, que tampoco me parece para tanto. Quizás desde el otro lado de la bahía se vea más guapo, pero es tarde y no creo que llegara de día.

Castro
No sé si la chicha lleva alcohol añadido o hierbas o es que llevo sin comer nada desde la mañana, pero media hora después de salir del bar me da un vahído extraño que me dura otra media hora. Camino otro rato hasta que estoy mejor y voy al bar de ayer, el Shawarma, a tomar otra Kunstmann sin filtrar, que hoy me gusta más, antes de ir a cenar a otro restaurante que localicé ayer en la Plaza (no recuerdo el nombre, pero está en la c/ S. Martín ). La cena (camarones al ajillo y centolla) fue una puta mierda y carísima.

Preferí no entrar
Me voy al hostal y pregunto por última vez sobre la situación de los transportes en Chaitén, pero no me sacan de dudas.
En el hostal hay dos españoles (los primeros que veo en todo el viaje) pero me hago el longuis. La verdad es que no sé por qué; llevo todo el viaje hablando con todo dios y, sin embargo, no me apeteció hablar con estos. Qué cosas.

Enlaces:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Return top